martes, 6 de marzo de 2018

Los decadentes burdeles de Dinamarca en los que animales son prostituidos brutalmente


Al menos 17 % de los animales de compañía en Dinamarca muestran señales de haber tenido algún encuentro sexual con un ser humano. El bestialismo es un prolífico negocio que aún después de ser prohibido, sigue generando ganancias que perpetúan la explotación animal.

Hace poco menos de un lustro, Alemania y Suecia prohibieron y penaron las prácticas sexuales con animales. Noruega, los Países Bajos y el Reino Unido hicieron lo propio en la primera década del siglo XXI, mientras España fue el último país en cerrar la puerta al bestialismo en 2015. Medidas que están transformando el escenario de una práctica que cobró un impensado auge en Europa de la mano de —irónicamente— grupos activistas de derechos animales.

Desde entonces, Dinamarca se convirtió en el epicentro del turismo sexual y más específicamente, de la zoofilia en toda Europa. Es habitual encontrar personas que violan a sus animales de compañía o trabajo, especialmente con perros y caballos, pues la mayoría consideran que se trata de una orientación sexual incomprendida. Cientos de parejas practican algún tipo de contacto sexual con sus mascotas; sin embargo, ésta es la cara más "amable" del bestialismo.


En los centros turísticos como Copenhague y Aarhus, además de los negocios de costumbre, algunos burdeles de los barrios rojos ofrecen un entretenimiento peculiar: pequeñas habitaciones con perros amarrados y embozados que esperan al siguiente cliente que tendrá sexo con ellos. Es sólo la punta del iceberg de un negocio altamente rentable, que atrae a miles de turistas que se identifican como zoofílicos en busca de una experiencia auténtica.

Ante esta polémica, la postura de organizaciones como ZETA (Asociación de Compromiso Zoófilo por la Tolerancia y la Claridad) es directa: Los zoofílicos afirman amar a los animales y por lo tanto, argumentan que el sexo con ellos es una manifestación más de tal sentimiento.


Entre los grupos que defienden esta práctica, sus miembros suelen llamar a sus iguales zoos, para diferenciarse de otro grupo a quienes identifican como practicantes del bestialismo, pues afirman, se trata de personas que sólo mantienen "relaciones sexuales" con un animal sin sentimientos de por medio.

Después de un amplio estudio elaborado por el Ministerio de Justicia danés a médicos veterinarios, se descubrió que al menos 17 % de los animales de compañía mostraban señales de haber tenido algún encuentro sexual con un ser humano. Este informe destapó grupos animalistas que exigían un cambio en la legislación para prohibir las prácticas sexuales con humanos, pues afirman, un encuentro de esta naturaleza nunca será consensuado.


En 2015 la legislación danesa dio un paso decisivo al prohibir la zoofilia definitivamente, luego de que una ambigua ley promulgada con anterioridad castigara sólo las "relaciones sexuales" que significaran un daño para el animal; sin embargo, tal esfuerzo aún no es suficiente. El tema resulta tan escabroso que la prensa lo ha dejado de lado, mientras algunos burdeles continúan operando en numerosos destinos turísticos; la peor cara de la explotación animal y el egoísmo humano.

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