miércoles, 21 de marzo de 2018

Las claves para diseñar tu vida tal y como la quieres



Superar nuestros propios obstáculos y llegar a ser mejores personas, más felices. Esa es la máxima búsqueda de muchos de nosotros. Lo intentamos con todo tipo de técnicas pero, en muchas ocasiones, no dan resultado. Sabemos que queremos otras cosas en la vida pero no sabemos cómo identificar claramente cuáles son estas cosas y cómo llegar a ellas. Un nuevo método de autoanálisis, capitaneado por Joaquina Fernández en su libro Piensa en ti. Diseña tu vida para ser feliz, nos propone descubrir a partir de cuestionarnos a nosotros mismos todas las posibilidades que tenemos encerradas en nuestro interior. Encontrar patrones, estructuras y caminos para diseñar nuestra vida a nuestro gusto.

El uso de la palabra diseño no es casual ya que la metodología que se nos propone coger la creatividad y el proceso de los diseñadores como base para el crecimiento personal. La creatividad es una capacidad que todo ser humano lleva dentro, sin importar a qué se dedica. Así, el desarrollo creativo debería ser aplicable a todos los ámbitos relacionados con los humanos: personal, social y profesional. Los profesionales del diseño han utilizado la creatividad y esta forma de pensar y resolver problemas para optimizar materiales, crear nuevas técnicas y evolucionar. Con un trabajo de autoconocimiento y pensando fuera de lo habitual podemos aplicar la metodología y los avances logrados en diseño para establecer fórmulas y estrategias.

El diseño de pensamiento usa la sensibilidad y el método de los diseñadores para generar ideas innovadoras. Su eficacia se centra en entender las necesidades reales y lograr soluciones diseñadas específicamente. Es muy importante conocer a uno mismo para poder empezar a ir más allá, a buscar algo más. Hacer análisis interno nos puede dar miedo pero se trata de ser conscientes de nuestro temperamento y forma de ser, además de nuestros valores, para poder conectar con ellos y dejar aflorar la parte más creativa de cara a encontrar soluciones versátiles para lograr nuestros objetivos. Desmontarnos primero para poder remodelarnos y llegar a una mejor versión de nosotros.
Mirar hacia dentro

Observarte, escuchar activamente sobre ti y preguntarte cosas para descubrir lo que te inquieta son tres habilidades que te ayudan a obtener una visión de 360º de ti mismo. El primer paso de esta fase de autoconocimiento es identificar y profundizar en los valores que nos hacen ser quién somos, los que nos han transmitido nuestros entornos. Estos valores que destacan como prioritarios en nuestra vida acaban –y han acabado- determinando hechos y comportamientos, nuestras relaciones, etc. Van estrechamente relacionados con nuestra motivación ya que construyen nuestra identidad personal.

Conocernos bien a nosotros mismos es la clave para que el proceso sea sincero así que debemos mirarnos con mucha atención para aprender sobre nuestro comportamiento ante distintos hechos y nuestros diferentes modos de actuar. Dónde miramos, qué pensamos mientras lo hacemos, los movimientos que realizamos, las sensaciones que nos quedan. Este trabajo sirve para encontrar patrones de comportamiento que nos ayuden a comprendernos y usarlos para llevar a buen puerto los pequeños objetivos que nos pongamos a diario para llegar al objetivo final. Nos ayuda a decidir qué comportamientos de los que tenemos habitualmente nos acercan –o nos alejan- de nuestros objetivos.

Finalmente, prestar plena atención a las personas cuando hablan de nosotros. Sin minimizar ni engrandecer sus comentarios. Escuchar la opinión sincera de amigos, compañeros y familiares. Pensar también en lo que, históricamente, se haya dicho de nosotros. Y después de escuchar a los demás, el siguiente a quién preguntar somos nosotros mismos. A la hora de buscar respuesta a temas propios que nos preocupan o nos inquietan hay que ser sincero con uno mismo y conscientes de hasta dónde queremos llegar.

Identificar la necesidad

Ante la radiografía que hemos realizado en el punto anterior, teniendo claro quiénes somos, nos preguntaremos sobre los retos que tenemos, nuestras inquietudes y lo que necesitamos para conseguir estos objetivos. Lo haremos a través de esos patrones de comportamiento que hemos detectado y su relación con momentos de éxito o fracaso en nuestra vida. Así, de forma optimista y sin juzgarnos, sacaremos a relucir necesidades físicas, emocionales o mentales que darán pie a nuestra meta y objetivo final. Además de tener una carga positiva y ser para nuestro bienestar y no para la complacencia de terceros, este objetivo debe ser claro, sencillo y detallado, además de alcanzable y realista. Debemos marcar una forma objetiva de medir si estamos logrando la meta y un período de tiempo para lograrlo ni tan corto que sea imposible ni tan largo que pueda disiparse con el tiempo.

Idear

Con la necesidad clara, llega la hora de generar soluciones para lograr el objetivo.

Esta fase se concentra –cogiendo la idea del mundo del diseño- en la generación de ideas. Hay que salir de nuestra cabeza, de nuestra forma de pensar habitual, abrir la mente a todas las posibilidades. Muchas opciones nos llevarán más allá de los caminos habituales y las soluciones obvias. No cerrar ninguna puerta.

El primer paso es hacer un brainstorming –un concepto que seguro que has usado en sesiones de trabajo-. Esta tormenta de ideas se puede beneficiar de un formato más visual, sin juicio hacia ninguna idea –todas son bienvenidas- y hasta que agotes todas tus energías y neuronas. Otra opción es pensar en como solucionarías tu el problema pero, también, una persona completamente opuesta a ti o con valores diferentes. Incluso nos podemos poner en el lugar de personas conocidas o que admiramos para intentar pensar como afrontarían ellas este mismo reto.

Finalmente, ante todas estas ideas –después de agrupar ideas similares y eliminar redundancias- habrá una serie de ideas fundamentales y una principal por la que vamos a apostar.

El prototipo

Ya hemos destapado nuestro potencial innovador y creativo, apoyémonos en él para trabajar esta solución. Tal y como lo harían los diseñadores, si vemos ante nosotros una muestra de lo que queremos lograr lo tendremos más fácil para lograrlo. Una idea en nuestra cabeza nos puede volver obsesivos. Algo concreto nos permite establecer contacto. Un prototipo. Podemos optar por dibujos, esquemas, crear una canción, un baile, una postura o lo que se nos ocurra para hacer real la solución. Una opción es imaginar la solución como si de un viaje se tratara. Estableciendo el punto de partida, el destino al que nos dirigimos, el tiempo que tardaremos o dedicaremos a este viaje, el motor que nos motiva, el lastre representado por nuestros prejuicios y creencias, los elementos que nos ayudan a tirar adelante o que nos frenan y los posibles imprevistos.

Finalmente, para valorar el progreso que estamos realizando con la solución elegida para nuestro reto o mejora debemos establecer un sistema. Un guión para entender lo que vamos a ejecutar, cuándo y cómo vamos a hacerlo. Por ejemplo, un plan de acción al detalle en forma de esquema visual por colores en el que consten todas las fases.

Con el prototipo ya creado, vamos a experimentar cómo funciona, cómo nos sienta, controlando el proceso y si los pequeños objetivos van siendo cumplidos. Puede ser que no se estén cumpliendo al ritmo esperado. Debemos hacer autocrítica e identificar los motivos del poco avance. Una de las fronteras habituales es nuestra zona de confort y los miedos que la rodean. Para conseguir el cambio hay que salir de ella para superarnos a nosotros mismos y llegar a ser como queremos ser.

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